miércoles, 24 de diciembre de 2008

feliz navidad

Aquí os dejo con una versión un tanto peculiar de mi canción navideña preferida.

¡A pasarlo bien!

domingo, 21 de diciembre de 2008

Dafnia y Gambusia


La dafnia (foto) es un pequeñísimo crustáceo que se suele utilizar como alimento para peces.

La gambusia es un pececillo pequeño y bastante poco llamativo usualmente utilizado para el control biológico de los mosquitos, porque le gusta comerse sus larvas (que son chulísimas, por cierto).

Ambas se utilizan para medir el grado de contaminación de las aguas. También tienen en común que las dos -al menos para mí- tienen un nombre precioso. Y si los juntas, más aún:

Dafnia y Gambusia.

A lo mejor, si tengo dos hijas, las llamo así.

Aunque lo de tener hijas (o hijos) por ahora lo veo un poco difícil, o, cuanto menos, lejano.

Estoy pensando que voy a llamar Dafnia y Gambusia a mis dos opiliones del techo del salón. Opilionas, desde hoy.

Qué buena idea.

El opilión (también conocido como "tu amiga la araña patilarga" según María, por una vez que la convencí para que no matase a uno que tenía en el techo de su habitación, pero que luego tuvo la malísima idea de pasearse por su cara mientras ella intentaba dormir) es el animal más fácil de dibujar del mundo: un punto gordo del que salen ocho rayas en distintas direcciones. Ya está. Es la simplicidad hecha bicho.

Hala, os dejo, voy a ver por qué parte del salón andan mis niñas.


domingo, 14 de diciembre de 2008

el frío y la energía


No me gusta mucho el invierno.

No me gusta ir con mil capas como el del dibujo de Forges, no me gusta que se me enfríe la nariz, no me gusta que se me hielen las manos al tender por la ventana y sobre todo, no me gusta que los días sean tan cortos.


El peor día del año para mí, sin ninguna duda, es en el que cambian la hora y perdemos una hora de luz.

Jamás he entendido a la gente que es feliz porque esa noche se duerme (o se sale de pingo) una hora más. ¿Contentos porque tienen una hora de más a cambio de tropecientas menos de sol los meses siguientes? Pues menudo negocio.


Año tras año (y ya van treinta, no es por nada) he ido comprobando cómo mi energía es proporcional al número de horas de sol a las que estoy expuesta.

Se me ocurren dos teorías al respecto:

1. De pequeña me injertaron genes de planta. De ahí me vendría la vocación jardinera, y explicaría también por qué después de unos días sin sol me pongo un poco tristona.

2. De pequeña me injertaron pequeñas placas solares en la cabeza. Sin sol, por lo tanto, no funciono bien.

No me convence ninguna de las dos, y tampoco sé por qué me empeño en que la respuesta está en que me han injertado algo de pequeña.


Cuando los días son más largos y hace más calorcete, me encanta dar paseos sola por Madrid y perderme. Eso con mi orientación lo tengo completamente garantizado. Pasear durante mucho tiempo y descubrir sitios agradables que voy apuntando mentalmente para volver otro día, aunque como a veces no sé cómo he llegado hasta allí, no vuelvo a encontrarlos más, es una pena.


En cambio en invierno, con el frío y esos días microscópicos, si una tarde no tengo nada que hacer, el paseo se convierte en algo prácticamente obligado, porque si me quedo en casa, aproximadamente a las 7 empiezan a venirme las ganas de cenar y a las 8 quiero irme a dormir. Y lo peor es que si lo hago me duermo al instante. Después, al día siguiente y tras cien horas de sueño, tengo remordimientos porque no he aprovechado esa tarde libre, con la de cosas que se pueden hacer.


Pero bueno, ya no queda nada para que los días empiecen a hacerse un poco más largos y entonces...

Ahí lo dejo, que no quiero sonar amenazante.


jueves, 11 de diciembre de 2008

frena


Supongo que habréis oído hablar de la "slow life", porque ahora está muy de moda.
Surgió a mediados de los 80, en principio como movimiento contrario a los restaurantes de comida rápida, pero ese concepto fue ampliándose y ahora implica toda una filosofía de vida.
Habla de la necesidad de llevar una vida más pausada, más centrada en disfrutar los momentos agradables: aprender a comer despacio disfrutando de los sabores, obligarte a reservar tiempo para hacer las cosas que te gustan, no llenar tu agenda con miles de actividades que al final solo consiguen estresarte..
En fin, reorganizar tu tiempo y hacer lo que tengas que hacer, pero básandote más en la calidad que en la cantidad.

Me parece interesante.
Simple, pero difícil de conseguir.

Ya lo decía J.B. Lenoir en esta preciosa canción (aunque con otra intención, me temo):

lunes, 8 de diciembre de 2008

breve crónica de una noche de sábado

La otra noche, mientras nos resguardábamos de la lluvia en un bar, surgió una discusión muy entretenida que nos tuvo liadas hasta las tantas.

Voy a intentar resumirla.

Todo empezó con un comentario de Alicia:

- Pues yo estoy super enganchada al programa de "Hombres y mujeres y viceversa".


- ¿Ese donde varias chicas quedan con un tío y gana la que se lo liga?

- Sí. O al revés.

- Yo lo ví un día: una chica se arrodilló delante del que le molaba y se puso a cantar. Fue horroroso, porque además cantaba como un perro, y al final hasta lloró de la emoción Yo lo pasé fatal viéndola.

- ¡Yo también lo ví! ¡Fue genial! Hacía tiempo que no me reía tanto.

- Pues a mí me ponen nerviosa esos programas, esa gente me da demasiada vergüenza ajena, me da pena.

- ¡Pero si ellos están tan contentos de estar ahí! Es como los que van a Gran Hermano. No te tienen que dar pena, te tienes que reír de ellos y ya está. Esa gente es feliz simplemente por salir en la tele.

- Pero si una persona sabe que está haciendo el ridículo y aún así no le importa, es que no está bien de la cabeza, y entonces es cruel reírse de ella.

- Ya, pero muchas veces sí que saben que lo están haciendo y no les importa.

- Entonces es que están peor aún. Ahí incluso es más cruel reírse.

- Yo creo que no; si a ellos les da igual, si están ahí voluntariamente, se arriesgan a que la gente se ría de ellos.

- Pues a mí me sigue pareciendo mal; en esos programas se aprovechan de gente que, claremente, tiene una deficiencia, y..

- (risas, abucheos, insultos)

- ... deficiencia pero no mental (o no solo mental), digo deficiencia pero porque no llegan a un mínimo de amor propio, de dignidad, de vergüenza. Deficiencia entendida como carencia de todo eso.

- Yo no creo que sea gente especial; de hecho, creo que esa gente representa bastante bien a la gente de la calle. Por eso tienen tanto éxito ese tipo de programas.

- ¿De verdad crees eso?

- Fijo. Gente así hay a porrones. Mucha más de la que te imaginas.

- Dios mío. Otra caña.

De ahí pasamos a hablar de los hijos de los famosos y de su también extraña percepción de la realidad; de cuando Rociíto fue modelo, de si Paquirrín en algún momento de su vida se ha planteado por qué se le acercan las chicas en vez de salir pitando, etc etc, y la cosa terminó intentando crear una definición común de la palabra deficiencia y brindando alegremente por Carmen Sevilla.



viernes, 5 de diciembre de 2008

the guerrilla gardening


¿Habéis oído hablar de ella?

Está formada por gente que, poniéndose en contacto por internet, busca rincones especialmente descuidados de su ciudad y, armada con palas y azadas, se reúne para transformarlos en pequeños jardines llenos de plantas.

Lo emocionante de las acciones de estos grupos es que lo hacen por la noche, cuando nadie les ve, lo que da a sus intervenciones un toque de vandalismo (jardinero) muy emocionante, al menos para mí.

Claro que de vandalismo no tiene nada; es más bien una forma muy creativa de denunciar la mala gestión de ciertos lugares públicos, y también -y sobre todo- de transformar a tu forma la ciudad para convertirla en un sitio más agradable

Estas "guerrillas" son ya muy conocidas en Nueva York y Londres, y en apenas 4 años se han ido extendiendo por el resto del mundo.

Ésta es la página oficial.

Y aquí puedes ponerte en contacto con quienes ya lo están haciendo por Madrid; por supuesto, está abierto a quien quiera apuntarse.

Y ahora, un vídeo para ver cómo actúan:




¿No es un buen plan para un sábado? ¿Eh? ¿Eh?




jueves, 27 de noviembre de 2008

Por qué le tengo manía a Neil Young


Hace miles de millones de años mi hermana y yo éramos grunges. Mis primas eran britpoperas. Nosotras hablábamos inglés con acento americano y ellas con acento británico.

Eddie Vedder era entonces el prototipo de belleza masculina, y cualquiera que se pareciese a él pasaba a ser inmediatamente objeto de admiración. (Aunque la realidad es que, como en la vida diaria había pocos chicos con el pelo largo, castaño y rizado, ojos verdes y pómulos marcados, el lado práctico venció y dentro de la categoría de “gustable” pasó a entrar básicamente cualquier chico con el pelo largo).

Por aquellos tiempos teníamos parabólica y podíamos ver la MTV, y recuerdo con particular emoción cuando vimos (y por supuesto, grabamos) el umplugged de Pearl Jam, donde Eddie Vedder se desgañitaba, más guapo que nunca, con una cazadora marrón que después se quitaba, y…
¿Cuántas veces pudimos ver esas imágenes? Me acuerdo de una canción en la que él iba a decir un “fuck” pero se echaba atrás en el último segundo y meneaba la cabeza con sus largos rizos y… ay.

Pasaron unos meses (los justos para idealizarle aún más, supongo) y nos enteramos de que Pearl Jam iban a tocar en la fiesta de los premios de la MTV.

Así que ahí estábamos mi hermana y yo el gran día, sin parpadear frente a la tele, con el mando del video preparado, esperando el momento de ver a nuestro hombre otra vez, cuando de repente apareció en la pantalla una especie de caricatura de Eddie Vedder con unos 40 kilos más, el pelo enmarañado y corto como un principe medieval (¡dios mío, ¿dónde estaban su rizos?!), y unos mofletes infladísimos (¡¿esos eran sus pómulos?!), y a su lado, gritando mucho para su edad, un anciano con tres pelos largos y patillas gigantes.

Ese enorme shock, esa transformación del que había sido nuestro ideal de hombre, unida ya indisolublemente a la imagen también impactante del venerable rocanrolero, hizo que

a) mi ideal de belleza masculina se fuese al garete, y
b) le cogiese una manía tremenda a Neil Young.

Pobre hombre, luego le he oído y tiene canciones bonitas, lo reconozco, pero no lo puedo evitar, es una asociación automática.

Así que no me repitáis más lo buen músico que es y lo prejuiciosa que soy yo.
No es un prejuicio, es un trauma, dejadme en paz.


little yellow spider

Últimamente me ha dado por oír a Devendra Banhart.
Esta canción me encanta por lo sencilla que es.

domingo, 23 de noviembre de 2008

las terapias espontáneas


Ayer en una fiestecilla, una chica nos contó muy compungida a los que estábamos por allí que hacía poco había oído claramente cómo dos chicos en una tienda, tras atenderla, se habían puesto a comentar lo fea que les parecía e incluso se rieron por lo bajo de ella, y que cuando se giró para que se diesen cuenta de que les había oído, no solo no pararon sino que se rieron más aún.

Cuando terminó de contarlo con cara de pena, todos los que estábamos a su alrededor nos unimos en una improvisada sesión de arriba la autoestima, bombardeándola con frases como no puede ser, eso es imposible, ¿fea tú?, menudos imbéciles, no, no, hablarían de otra, lo oíste mal, cómo te van a llamar fea a tí, etc..

Al cabo de un rato de terapia colectiva, la chica estaba mucho más animada, y dijo riéndose a modo de conclusión:

- ¡Además, tendríais que haberles visto a ellos!

Pero entonces un chico dijo:

- ¿Que pasa, que eran feos también?

Y tras un incómodo silencio, el grupo se disgregó rápidamente.


sábado, 15 de noviembre de 2008

two stupid dogs



¿La mejor serie de dibujos animados?
Para mí, si.
Aquí dejo UN CAPÍTULO

miércoles, 12 de noviembre de 2008

¡es la guerra!


Vosotros, queridos lectores*, ya sabéis que a veces, tras situaciones que mi cuerpo juzga como estresantes, mi delicado cutis se transforma en una especie de campo de batalla lleno de rojeces, ronchones y descamaciones varias.

Una vez fui al dermatólogo de la Seguridad Social. Tras una espera de más de tres meses y una consulta de menos de un minuto, su diagnóstico fue que tenía la piel clara y sensible, y los ojos claros.

- Hola. Mira, tengo la piel cada vez más delicada y todas las cremas me hacen reacción.
- Eso es porque tienes la piel clara y sensible. Y los ojos claros.
- Ah. Ya.
- Deberías echarte protección solar antes de salir de casa.
- Pero es que no puedo, todas las cremas me hacen reacción.
- Ya, pero eso es porque tienes la piel clara y sensible. Y los ojos claros.
- Ah. Ya.
- Deberías echarte pretección solar antes de salir de casa.
- ...

Y después me dio varias cajitas de medicamentos.

- ¡Mira qué suerte tienes, que me acaban de traer muestras gratis! Son complementos, ya verás qué bien te van a ir.

Las guardé sin mirar.
Ya en la calle, las saqué fuera.
Eran para la caspa.

Senti cómo me brotaban ronchones, de la ira.

Hoy he ido por primera vez a un médico naturópata-homeópata (¡gracias, Fer!), para ver si las terapias alternativas pueden hacer algo con este cutis de princesita delicada (o de mierda) que tengo.

Llamadme repelentilla, creída o lo que queráis, pero la verdad es que estoy acostumbrada a que la gente diga cosas bonitas de mis ojos. Yo después doy las gracias, o a veces, si me pongo nerviosa porque por lo que sea me da corte, respondo tonterías como "pues tengo dos" (no me preguntéis por qué, pero a veces lo he dicho).

El caso es que este hombre, tras examinarme un ojo detenidamente con una lupa, en vez de decir "ay que ver qué ojo más bonito" me ha soltado del tirón que tengo mal el oído, mucho estrés, gases acumulados, problemas de articulación en las rodillas, y una pierna un poco más larga que la otra.

Cosas todas ciertas, dicho sea de paso, excepto lo de los gases, que ni lo confirmo ni lo desmiento.

Después de todo lo que le ha sugerido solamente mi ojo derecho, le he contestado en un susurro, automáticamente:

- Gracias...

Cualquiera le dice a este " pues tengo dos".

Independientemente de eso, estoy contenta, el señor me ha gustado, y creo que va a funcionar.
Mañana empiezo el tratamiento.
¡Es la guerra!
Id despidiéndoos de mis rojeces.


*queridos lectores: los cuatro -exactamente, jaja- que me leéis.



miércoles, 5 de noviembre de 2008

magnetismo en el metro


Esta mañana, atravesando un largo pasillo en el metro, una chica bastante guapetona se ha puesto a andar más o menos a mi velocidad, por mi izquierda.

Yo no me habría dado cuenta de que era guapetona si no llega a ser por la mirada de poseso que le estaba lanzando un tío que se nos iba acercando en dirección contraria, por la derecha.

Allí estaba ella, tan contenta oyendo su música y sin enterarse de nada, y enfrente, aproximándose poco a poco, estaba él, con los ojos fuera de las órbitas, y con el cuello cada vez más fuera de la camisa; era como si la chica fuese un imán y él estuviese lleno de partículas de hierro, pero los pies no le dejasen desviar su trayectoria; yo creo que hasta el pelo se le inclinaba hacia donde estaba ella.

Y precisamente en el medio de este campo magnético estaba yo, hecha a la idea de mi papel secundario (o más bien inexistente) en esta historia.

Pero de repente el chico, en el momento de cruzarnos, cuando estaba a más o menos un metro de distancia de la chica, y por lo tanto a unos 50 centímetros de mí, ha hecho un MMMMÑÑUAKK tan fuerte, tan desagradable, y sobre todo tan cerca de mi oreja, que no he podido evitar girarme a su paso haciendo un BDDJJJJJ instintivo, que creo que ha dejado clara la sensación de asco que me ha provocado.

Entonces, él se ha girado también y, moviendo la mano como quien se espanta a una mosca del flequillo, me ha dicho con una sonrisa esplendorosa:

- ¡No, no, si no era a tí!

Y ahí me he quedado yo, parada, palpándome la oreja ultrajada, comprobando si me había succionado el tímpano y sin saber qué decir, dudando entre mandarle a la mierda o darle las gracias por no haberme dedicado ese beso a mí.




martes, 4 de noviembre de 2008

la reina y los socavones


Hace poco tuve una breve pero acalorada discusión con mi madre. Estábamos en nuestra comida familiar de los viernes, cuando mis padres empezaron a hablar sobre la reina y sus novoyaponeradjetivos declaraciones sobre los matrimonios homosexuales.

Cuando se pusieron a comentar entre ellos el tema, yo no hacía más que interrumpirles:

- ¿Qué decís que ha dicho?
- ¿Y eso por qué lo ha dicho?
- ¿Pero qué ha dicho exactamente?
- ¿Y eso cuándo lo ha dicho?
- ¿De verdad ha dicho eso?

Hasta que mi madre se hartó y dijo:

-Hija, debes de ser la única que no te has enterado, ¿pero es que no lees el periódico, no oyes la radio?

Y yo le dije:

- No. Últimamente, no.

Y es que tele no tengo, la radio no suelo escucharla, y el periódico, desde que no madrugo y no cojo el que me daban por las mañanas, no lo leo. Pero tengo internet, donde miro y/o recibo lo que me interesa, y como soy un ser mínimamente sociable, hablo con la gente, así que antes o después acabo enterándome de lo que pasa.
Sinceramente, yo no lo veo tan grave: me considero una persona bastante feliz, y a lo mejor parte del secreto está en vivir un poquito en la ignorancia, quién sabe, en seleccionar yo misma lo que quiero saber y lo que no, al menos por una temporada.

El caso es que me puse a argumentar mis razones, pero mi madre, después de escucharme -negando sin parar con la cabeza-, terminó la discusión:

- Estoy completamente en desacuerdo: ¿no te das cuenta de que así no se puede estar? Vives fuera de la realidad: tienes que estar informada, saber lo que pasa en el mundo. Imagina por ejemplo que, de repente, aparece un socavón frente a tu portal, y como tú no has oído la radio, ni visto la tele, ni leído un periódico, no lo sabes, y un día sales tan contenta de tu casa y patapúm, te caes de cabeza, te matas y ...

Y ahí acabó la discusión, ahogada por las risas de los tres.

Un socavón en Madrid.

Vamos, hombre.

Es genial, el humor de mi madre.






lunes, 27 de octubre de 2008

las manifestaciones mentales



Ni "LUEGO DIRÉIS, QUE SOMOS CINCO O SEIS", ni "CORRIDAS DE TOROS, PARA LAS VACAS" ni, ni siquiera, "NO TE LOS TOQUES, FRÍELOS" (para las manifestaciones contra el machismo).

Hay una frase mucho mejor, infinitamente más reivindicativa que todas esas, pero no por su significado, sino por su musicalidad, su ritmo.

Una frase claramente diseñada para ser gritada por multitudes.

Cada vez que la leo, no lo puedo evitar, me pongo a corearla -mentalmente- como si fuese la proclama de una manifestación.
Y las imágenes me vienen solas a la cabeza: me imagino en una concentración gigantesca, en mitad de la Gran Vía, rodeada de miles de personas; de repente se hace el silencio, la gente se mira expectante esperando oír una buena frase para repetir, y entonces yo me subo a una papelera (es un decir), pongo las manos en posición-altavoz, y grito a los cuatro vientos la frase más reivindicativa, sin serlo, que he visto nunca:

¡ESTA OPERACIÓN, NO TIENE COMISIÓN!

Qué frase.
Qué momento.
¡Algún día lo haré!



sábado, 18 de octubre de 2008

mi relación abierta


(...)
- ¿Cuánto tiempo llevas ya con Ricky?
- Uy, pues muchísimo, espera que haga cuentas: ¡catorce años!
- ¿Catorce años? ¡Es una burrada!
- Ya, pero la verdad es que lo llevamos muy bien.
- Sí, eso parece. Sigue siendo una relación bastante abierta, ¿no?
- Bastante, si.
- Más os vale, jajaja...
- Jajaja...

Esta conversación, con pequeñas variaciones, es una especie de ritual no pactado que se repite año tras año, cada vez que quedo con mi amiga Helena; la veo muy poquito, porque vive fuera, y estemos hablando de lo que estemos hablando, siempre reservamos un hueco para sacarla a la luz. Después nos reímos y hala, a otra cosa.

Ricky fue mi primer noviete. Estuvimos saliendo (o haciendo algo parecido) unos cuatro o cinco meses, y luego cada vez nos fuimos distanciando más, hasta que acabamos sin hablarnos. No tiene ningún sentido, pero es lo que pasó. Y fue una pena, porque como amigos teníamos una relación estupenda.

El caso es que nunca llegamos a cortar, por lo que, teóricamente, sigo con él. De ahí mis conversaciones cíclicas con Helena.

Este verano, estando de pingo con Nata por Lavapiés (¡qué noche!) me lo encontré, y hablamos un rato, pero no me atreví a decirle nada sobre los otros chicos con los que he estado.

¿Y si él me ha sido fiel todo este tiempo? ¿Y si le rompo el corazón?


martes, 14 de octubre de 2008

la comunión de emilio



Hay palabras a las que sé que jamás me acostumbraré.
Las dos que peor llevo son estas:

1. COMUNIÓN: Toda la vida he creído que esta palabra estaría mucho mejor con una N antes de la M. Conmunión. Cuando alguien dice comunión, no puedo evitar pensar: ¿dirá también conotación, o comutación, o comiseración? (Vale, a veces me cuesta darme cuenta de que soy yo la que se equivoca).
La Primera Conmunión. Reconocedme que suena infinito mejor. Mucho más contundente.

2. EMILIO: Léase todo lo anterior y aplíquese a este nombre. Es decir, que a mí me suena mucho mejor Enmilio. Sólo entiendo que alguien diga Emilio, si está constipado. Mi ex-ex-suegro se llamaba Emilio y yo le llamaba Enmileo, para mosqueo de mi ex-ex-churri.
(Que conste que lo de la E era ya por pura tontería, que por muy graciosas que me suenen las palabras como viceo, foleo, codicea, etc., no creo que suenen mejor así. Quede clara la diferencia).

Pero oye, que no soy la única; ayer por ejemplo, una compañera del curso dijo:
- Yo siempre he sido muy buena aludna.
Me encantó. Aludna. Cómo está el aludnado hoy en día.
Es genial.
¿Quién me dice a mí que a ella no solo le suena mejor así, sino que incluso se revuelve en su interior cuando nos oye a los demás la palabra alumno?

Mi madre hace poco me dijo:
-Un diabético tiene diabetes, pero ¿no sería más lógico que tuviese diabetis?
Y tiene toda la razón.

No es por justificarme, pero ya sabéis lo que dicen, de casta le viene al galgo...



miércoles, 8 de octubre de 2008

la habitación libre


Me da la impresión de haber presenciado una especie de documental sociológico: he puesto un anuncio en internet y en menos de 24 horas, 13 personas (ni 12 ni 14, que diría Nata) han venido a ver la habitación libre que ha quedado en mi casa, para alquilarla.
Me he oído repetir la misma historia, hacer las mismas preguntas, señalar los mismos radiadores, abrir las mismas ventanas, 13 veces seguidas.
Y eso es agotador.
La variedad, desde luego, la aportaban ellos.
Los chicos, en general, iban más rápido, más al grano, un par de preguntas y fuera, a otra cosa.
Las chicas preferían hablar más; no sólo me contestaban lo que les preguntaba, sino que me daban muchos más datos para crear conversación y tantear.
Ha venido un chico al que lo que más le ha gustado de la casa ha sido el espejo del baño. y más concretamente, él reflejado en el espejo del baño, porque durante un par de minutos ha estado colocándose las cejas frente a él, mientras yo hablaba. El resto de la casa lo ha mirado de pasada. Y luego me ha dicho que le interesaba muchísimo. (¿El qué?)
Otra chica me ha dicho, como poco veinte veces, que ella no era pija.
Otra me ha prometido muestras gratis de colonia, de por vida.
Y todos los extranjeros -que por cierto, eran mayoría- insistían en que no eran Erasmus (pobres, qué mala fama tienen).
La verdad es que era gente agradable.
Cuando se marchaban, yo me iba a mi cuadernito y apuntaba cosas prácticas como: Fulanita: "no fuma", "feliz sin tele", "se queda los muebles", o "ha convivido antes"; y luego ya observaciones más personales, por un lado para acordarme de ellos y por otro para poder descartar, tipo: "tiquismiquis", "un poco listilla", "parece mi madre", "pinta de mandona", "me interrumpe", cosas así. Aunque al final casi siempre añadía "parece maja" o "seguro que no es mala persona" en fin, algo bueno. Supongo que por los remordimientos que me crea tanto juicio negativo obligatorio.

¡Madre mía, qué difícil es esto!
Qué difícil y qué injusto.
Y también qué desagradable, tú ahí haciendo un casting como los de la tele, juzgando en cinco minutos a la gente por cosas tan absurdas y tan arbitrarias.

Pero bueno, es lo que hay.

Ya he descartado a seis.

Uf.



el círculo



Qué curioso lo de las fases por las que -más o menos- pasa todo el mundo con respecto a las parejas.

Porque yo estoy muy bien como estoy, pero según esto, madre mía lo que me espera...

jueves, 2 de octubre de 2008

la barriga de mi hermana



La barriga de mi hermana
ya es una cosa gigante:
donde no entraba un piojo,
hoy cabría un elefante.

Allí dentro, mi sobrina
tiene una vida pausada,
flota feliz, y se mece
en su casita acolchada

(aunque a veces hace giros,
voteretas y flexiones,
y mi hermana refunfuña,
y se agarra los riñones).

La barriga de mi hermana
tiene dentro un micromundo;
Valentina está en el centro,
creciendo cada segundo.


martes, 30 de septiembre de 2008

los que nos atascamos en las puertas


Vamos a ver si aclaramos las cosas de una vez:

Si yo empujo a alguien, le empujo hacia delante, de acuerdo.
Y si yo tiro a alguien por la ventana, tiro un papel a la papelera, o me tiro al metro, también eso implica un movimiento hacia delante, ¿verdad?
¿Qué función tienen, entonces, esos carteles de "TIRAR" y "EMPUJAR" que hay en las puertas? ¿Acaso no están diciendo lo mismo?
¿Se supone que aclaran algo?
A mí desde luego, no. Ni a mí, ni a todos los que (y no somos pocos, por cierto) diariamente nos quedamos atascados en las puertas de bancos, oficinas, bares, etc., moviéndonos nerviosamente de atrás a delante.

Nosotros -los que razonamos las cosas con lógica, quiero decir- cuando pone "EMPUJAR", empujamos, y cuando pone "TIRAR", obviamente empujamos también; es decir, que tiramos.

Y así, debido a este error que muy pocos nos atrevemos a denunciar públicamente, día tras día, puerta tras puerta, perdemos segundos valiosísimos; segundos que seguro que sumados, restan días e incluso meses a nuestra vida.
Nuestro drama no acaba aquí, sino que además nos vemos obligados a soportar estoicamente el pitorreo de gente con una capacidad de razonamiento claramente inferior, que se cree en posesión de la verdad sólo por ser mayoría.

Pero llegará el día en el que se enmendará el error y los "TIRAR" se sustituirán por "TIRAR DE" (reconozco que "TIRE DE LA PUERTA HACIA USTED" sería excesivo), cuando por fin triunfará la razón unida a la sintaxis, y entonces, sólo entonces, admitiré comentarios jocosos si me quedo sin saber qué hacer ante una puerta.

Pero hasta que llegue ese momento, no quiero oír ni mu.

Hombre ya.


a, b y c

Aquí van las tres cosas que de pequeñas más nos gustaba hacer a mi prima Blanca y a mí, para llamar la atención de la gente (o eso creíamos nosotras) cuando nos la cruzábamos por la calle:

a) hablar en inglés (inventado).

b) ponernos un trozo de bolsa de Zara -de las negras- tapándonos un diente, y sonreír.

c) inventarnos miles de pretendientes y tener conversaciones tipo "tía, le he dicho a Juan que deje de llamarme, pero nada, y como además Pedro y Luis no paran de ir a buscarme, y Manuel y Fernando se me han declarado ya varias veces yo no sé qué hacer, porque al dejar a Javi..."

Madre mía, qué simplezas, pero cómo nos reíamos.

Jolines, qué mayor soy ya.

lunes, 29 de septiembre de 2008

short fat fannie

Qué canción.
Qué energía.
Qué ritmo.
Qué ganas de bailar.
Qué coreografía.
Qué movimientos.

(Qué cansancio)

lunes, 22 de septiembre de 2008

ramón


Una mañana, al volver de hacer la compra, me encontré una rata en el portal.
No me asusté, porque pensé:
- Mira, un Ramón.
Luego se giró y le vi el rabo. Era enorme, y entonces pensé:
- Ah, pues no.
Y me dio pena, de repente me di cuenta de que le echaba de menos. No tanto como para adoptar a la rata, pero bastante sí.
Me acordé de sus mofletes inflados, de sus dientecillos como alfileres, del calcetín donde dormía, de las excursiones organizadas en busca de frutos secos que le preparaba, de las carreras por el pasillo, de las caquitas que iba dejando por la casa cuando le dimos la libertad total...

Ay, Ramón, qué final más triste el tuyo.
Bueno, o no, nunca lo sabremos.
Simplemente desapareciste.
Ramón, el ratoncito ruso.
Si hubieses sido mío, te hubiera llamado Vladimir.
No sabemos qué pasó, pero yo, por si acaso, no me hablo con los gatos del barrio.


la parada de autobús



Watch more cool animation and creative cartoons at aniBoom

¡Me encanta!

Pero es tremendo, aviso.


jueves, 18 de septiembre de 2008

el odio


Estoy haciendo un curso. Somos nueve más el profesor: seis chicas y tres chicos.
La mitad de las chicas, osea tres, nos llamamos Rocío. No sé si eso es significativo o no, pero sea como sea, facilita la tarea a mi nula capacidad de memorizar nombres.
El profesor se llama Luis, así que contándome a mí, ya me sé cuatro.

Hay otro hombre, que solo sé que no se llama Luis (ni Rocío) pero que se parece mucho a Andrés Pajares. Ronda la cuarentena, es muy moreno, lleva el pelo engominado y tiene unos dientes muy blancos. Sospechosamente blancos, diría yo. Incluso más azulados que blancos.

Le gusta mucho interrumpir, y es propenso a las gracias sin gracia. Yo creo que él sí que se la ve, así que las suelta y luego nos deslumbra a todos con sus dientes refulgentes. Después se los relame. Se le quedarán secos, supongo. O a lo mejor se relame de gusto, no sé.

El primer día de clase, a los cinco minutos yo ya le odiaba. Pero oye, intensamente, que incluso me asusté un poco de mí misma.
No es que crea yo mucho en el odio a primera vista, pero a veces me ha pasado.
No me preocupo, sé que eso igual que viene se va.

Pero a veces no.


En fin, queda un mes de curso.

Que se ande con ojo.


miércoles, 17 de septiembre de 2008

defensa de las aceitunas


Me encantan las aceitunas
con vino tinto y con queso.
Todos decís que engordan.
Será que os coméis el hueso.


martes, 16 de septiembre de 2008

esa bañera


Me estoy acordando de Pablo C., mi amigo del cole y después del instituto. Yo con ese chico me lo pasaba muy bien. Solo discutíamos, de hecho nuestra relación se basaba básicamente en eso, porque la verdad es que estábamos en desacuerdo en todo. Pero nos quedaban unas discusiones la mar de entretenidas.
Nos llevábamos muy bien.

La forma estándar de acabar con todas nuestras conversaciones era, unas veces empezando él y otras yo, daba igual, así:
- Rojerasecologista.
- Fachademierda
- Yo no soy facha, soy falangista, que no tiene nada que ver porque blablabla....
(Nunca escuché las famosas diferencias, a estas alturas de la discusión ya no tenía paciencia).

El caso es que una vez fuimos a una manifestación, supongo que contra alguna ley de educación, no me acuerdo; me distraje un momento y cuando me volví encontré a Pablo completamente rodeado de punkis que, señalando una bandera española que ondeaba desde un edificio, saltaban y gritaban
ESA BANDERA, LA VAMOS A QUEMAR

Uyuyuy.
Que iban a quemar la bandera.
Pablo estaba como petrificado. Sólo miraba a los punkis, y luego a la bandera, y luego a los punkis, y luego a la bandera otra vez.
Qué digo la bandera.
SU bandera.

- Ay dios, éste la lía fijo.

Corrí hacia donde estaba para sacarle de ahí antes de que se le desatase la furia, pero de repente, hizo un gesto con el brazo como para frenarme, me echó una sonrisa que me heló la sangre, levantó el puño hacia la bandera y empezó a corear lo mismo que los punkis y a saltar como un loco.
Gritaba, y les miraba, y se reía, y me miraba a mí y se reía más. Y vuelta a gritar.
Yo no me lo podía creer.

Porque yo sabía que un facha nunca haría eso, pero ¿¿un falangista sí??

Cuando me puse frente a él y le pregunté telepáticamente a base de pestañeos (imposible preguntar de otra forma), fue cuando me di cuenta.

No, él no estaba gritando
ESA BANDERA, LA VAMOS A QUEMAR

Él estaba diciendo
ESA BAÑERA, LA VAMOS A LLENAR

Y se le saltaban las lágrimas de la risa, al idiota.

¿pero qué es ésto?


Las trastiendas me gustan. De pequeña pasé bastante tiempo metida en una.
En esta, como en todas, no están las cosas a la venta, las diseñadas para ser apreciadas por la gente; esas están ya en la tienda.
Aquí se guardan las otras, las más raras, o las menos conocidas, o las que la gente no compra y se van acumulando, o las que la gente ni se huele que existen, pero que a lo mejor son la pera, yo qué sé.
En este caso, probablemente lo que pase será que en mi trastienda se forme un cúmulo sin orden ni concierto de ideas, fotos, recuerdos y ya veremos qué más.
Y también lo más probable es que me interese solo a mí.